viernes, 8 de junio de 2012

Mudanzas de la voz, de Enrique Villagrasa


MUDANZAS DE LA VOZ,  de Enrique Villagrasa.
Libros del Innombrable, colección Los libros del señor Nicolás, Zaragoza, 2011, 63 pp.

Enrique Villagrasa (Burbáguena, Teruel, 1959) es poeta, periodista y crítico literario. Como poeta nos ha dejado ya más de veinte títulos: Memoria impenitente, Sílaba del anochecer, La ofrenda, Límite infinito, Línea de luz, Paisajes… ha sido traducido al inglés, francés, italiano, árabe y ruso, ha sido incluido en diferentes antologías y también premiado en varias ocasiones (premio León Felipe en 2004; premio “Nuove Lettere” del Instituto Italiano di Cultura di Napoli en 2008).  Como periodista y crítico literario hemos podido leerle en revistas como Turia, Qué Leer, Artes&Letras (suplemento del Heraldo de Aragón) o El vuelo de Ícaro (suplemento del Diario de Avisos de Tenerife). 

Nacido en un momento que situó su voz poética entre los últimos y más deslumbrantes brillos de los jóvenes novísimos, la primera poesía de la experiencia y, como contrapunto,  el baúl sin fondo de lo que se dio en llamar poesía de la diferencia, sus versos hicieron su propio camino entre las preguntas, las dudas, el miedo y la libertad.

No es extraño que su último libro se titule Mudanzas de la voz (Libros del Innombrable, Zaragoza, 2011) pues para el autor “El poeta experimenta en el poema/todas las formas de la nada y el azar/ del lenguaje en el lenguaje. /Todo mudanzas de la voz.”   A esa experiencia metalingüística se ha entregado, sin red ni etiquetas que lo amparen, con decisión (“Lucha, mata, / por robarle/ al silencio/ sus palabras”) pero también con humildad de siervo (“Desencarnar, tal vez sea la belleza mística. / Buscar la humildad no la soberbia. /Tras festejar el instante.”)  En ese instante piensa y en él cifra el peso de su poesía, hacia esos territorios se dirige mientras le acompañamos en la lectura: “Poesía: canto y cuento/ recordaba el maestro. / Realidad inventada, /espacio- tiempo contenido/ como palabra mágica, / cual paisaje”.

Las dudas parecen a veces convertirse en certezas oscuras que llenan su aliento poético de un cierto nihilismo existencial que acaba por destruir  la fe en el motivo de las “mudanzas”, en la verdad de su propia poesía.  Nos estremece la sombría seguridad de estas palabras sencillas y contundentes: “Allí donde está  ella tú no estás  ni tu poema salvaje podrá sustituir a esa mujer que creías amar”, y la sospecha final, inundada de fracaso: “Tal vez todo sean mudanzas del miedo, no de la luz”. 

Es precisamente el miedo el tema central del poema más extenso de este libro cuajado de pensamientos breves e intensos golpes poéticos.  Nada en esta obra parece casual, toda forma está preñada de significado  y toda alusión a la forma nos avisa de que tampoco el dominio de ella nos asegura victoria alguna: “La poesía no encontrará/ su destino prisionera. / La inspiración ha perdido/ la batalla ante la artesanía”.   Quizá todo ello le lleva a sentirse perdido.  “Estoy en el centro de la noche”, nos dice su voz, pero como la vida es sendero y el libro se construye sobre las mudanzas de esa voz y su cambiante sonoridad de pensamiento, también sabe decirnos (y decirse a sí mismo); “Qué verso persigues en la oscuridad del sueño, si estás dormido.  Despierta poeta que sólo se sueña en gerundio”.

Un libro, en fin, que sabe hacerse camino, nuestro y suyo, mientras lo andamos. 

OLGA BERNAD





Reseña publicada en la Revista de Poesía Isla de Siltolá, nº 7, enero-abril 2012,que acaba de aparecer. Nómina completa: aquí.

2 comentarios:

Maria Z. dijo...

Gracias por la informaciòn,he leido algunos de los libros de Enrique Villagrasa y me gusta mucho,el titulo de èste libro me lo anoto y apenas pase por la libreria me lo compro.Un abrazo.Maria Z.

Olga Bernad dijo...

Estoy segura de que te encantará, María. Bienvenida a este blog de lecturas.