viernes, 30 de marzo de 2012

Desertores de Dios, de Francisco Javier Aguirre

ENTRE DIOS Y OTROS LABERINTOS

Francisco Javier Aguirre, Ediciones Nuevos Rumbos, Colección Fuera de Serie, Zaragoza, 2012, 222 pp.

Desertores de Dios nos introduce en una habitación desconocida, una pequeña sociedad cerrada dentro de la nuestra: la vida en una congregación religiosa. Al leer esta novela colocamos otra pequeña tesela para comprender mejor el mundo. Estos círculos concéntricos tienen un núcleo central: el personal, encarnado en el protagonista.  Y cada uno de ellos posee también una exacta correspondencia temporal. La novela presenta una acción real de aproximadamente dos horas, ese es su recorrido cronológico, pero se desarrolla en las reflexiones de una hora simbólica, la “Hora Santa”, y abarca psicológicamente casi medio siglo de recuerdos que el personaje central desgrana. El ensamblaje transparente de tiempos y mundos nos obliga a prestar una atención tan precisa como la palabra a través de la que el autor nos guía por su laberinto, con rigor y claridad, pero sin excesivas complacencias. Debemos estar atentos.

La novela comienza poniéndonos un secreto ante los ojos. “Un sobre cerrado, lacrado, una pesadilla”. Una madre moribunda deja una carta para su hijo. Toda confesión promete otro lado de la realidad, hace temblar los cimientos de nuestras seguridades. Abrir el sobre es acceder a otrasabiduría y, tal vez, como a los primeros hombres, lo que aprendamos nos expulse del paraíso.

Desertores de Dios hace alusión a esos niños de la posguerra que fueron dirigidos hacia los seminarios en un intento por obtener un porvenir y un nivel educativo inalcanzable de otra manera. Algunos de ellos permanecieron internados en instituciones religiosas desde la temprana edad de 11
años. No todos eran, por tanto, casos de verdadera vocación y eso llevó a que muchos acabaran “desertando “, abandonando un mundo que no habían elegido pero que formaría parte de ellos para siempre.

Los recuerdos nos adentran en aquel territorio complejo de voluntad, dudas, fe, intereses, tentaciones y valor. Grandezas y miserias. Verdades y mentiras. El autor nos hace sentir la fuerte presencia del grupo y su influencia sobre el individuo, el peso de la comunidad sobre el protagonista. Nos extrañamos y lo comprendemos perfectamente, notamos la dureza de la Hora Santa, sentimos físicamente sus calambres por la inmovilidad del momento de reflexión y, a la vez, volamos con su pensamiento. Estamos en su encrucijada.

La obra. inteligente y sobria, dura y hondamente tierna, tiene también el atractivo de la novela negra, su suspense recóndito que nos hace dudar de todo y de todos. Desconfiamos de interpretar bien palabras y miradas. Frente a la “normalidad” de la postura exterior, el mundo interior se vuelve una tormenta de la que no sabemos si saldremos… o si nos dejarán salir.

 
Olga Bernad 
(publicado en el suplemento cultural de Heraldo de Aragón- Artes&Letras nº 374- 22/03/2012)
Reseña recogida en la página Web de la editorial NUEVOS RUMBOS 


miércoles, 7 de marzo de 2012

Poemas de Joan de la Vega

Joan de la Vega me envía amablemente dos de sus libros: La montaña efímera (2011) y Una luz que viene de fuera (2012), ambos publicados en Paralelo Sur Ediciones.  Dedico el fin de semana largo a leerlos y pensarlos, me hacen más agradable la estancia en cama por una gripe malvada y salvaje.  Así, con esa calma extraña que  ya solo tengo si me pongo enferma, esa sensación de lunes sin cole, parón y agradable soledad, reflexiono sobre la comunicación y sus nuevas modalidades.  Conocí al autor por esos lugares que se llaman redes sociales,  redes tan usadas como criticadas, y de las cuales yo procuro extraer las pepitas del oro en vez de ocuparme del barro, del que siempre somos un poco culpables. Recorro los versos en un tempo lento con vapores de menta y encuentro el diálogo del autor consigo mismo.  Ese tan necesario. Después, compartir lecturas como uno comparte versos propios, como lanzando al mar una botella transparente y frágil.

Admirador de qué
discípulo de quién

nada importa 
si hoy
las hogueras del sol
se niegan a brillar
con esa fuerza anónima
que lo rehace 
todo.

****************

De nada ha servido
llegar a este punto
si vienes tú
ahora
para hablarme
de versos malditos 
o modernos
de fatuos
reconocimientos
de alegrías ínfimas

no entendiste aún
que las hojas de este
venerable roble
enmudecidas
son tus más certeras
compañeras de viaje.


Joan de la Vega (Una luz que viene de fuera)

Joan de la Vega (Santa Coloma de Gramanet, 1975) dirigió la editorial La Garúa de 2004 a 2010.  Es autor de varios libros, entre ellos Intihuatana (Seuba Ediciones,2002), Ladino (Trea, 2006) y Trilces trópicos.  Poesía emergente en Nicaragua y El Salvador (La Garúa, 2006).  Fue incluido en Campo abierto.  Antología del poema en prosa en España (DVD Ediciones, 2005) y sus poemas han aparecido en revistas como Alhucema, Turia, Nayagua o Paralelo Sur.                   

viernes, 2 de marzo de 2012

Una rima, de Juan Manuel Macías

La primera vez que leí este poema me quedó una sensación de sorpresa. Pensé que no todo el mundo puede hacer una rima ni nombrar  la luna y salir ileso. Sepultada por los prejuicios del oído moderno (y quizá por la imposibilidad de enmascarar carencias más fácilmente disimulables envueltas en otras formas), la rima nos interroga sobre el concepto de originalidad.  Algo de valentía y mucho de talento hace falta para enarbolar con sencillez esta bandera, siquiera por un momento.  La libertad  también es así; la gana es sagrada.

UNA RIMA

Una rima es un péndulo muy serio,
arco iris con billete de ida y vuelta
de tus párpados al centro del misterio.

Qué raro cautiverio
licuarse entre la lluvia más esbelta,
dejarse columpiar por las campanas
en la tarde erigida de manzanas
y hablar al viento en íntimo salterio.
Vibrar con los sedientos arenales,
llanto desesperado de resquicios
por hacer sonar tu pelo entre un corro de puntos cardinales.

Una rima es un faro de pupila alterna
para peinar con siglos y leyendas la ola
y humedecer tu lenta espalda con precipicios.
Aldebarán derrama la estela roja de su linterna;
rema y rema violín y barcarola,
y enarbola sin miedo la bandera
del ágil minutero pulsador de oceanos
que gira por la tierra (peonza o calavera.)

Una rima es la luna mensajera,
periódica hilandera
de mi sombra a la palma de tus manos.

Juan Manuel Macías
(De Cantigas y cárceles, Eciones de la Isla de Siltolá, 2011))