A Luis Cernuda
Alguna vez recuerdo
ciertas noches de junio de aquel año,
casi borrosas, de mi adolescencia
(era en mil novecientos me parece
cuarenta y nueve)
porque en ese mes
sentía siempre una inquietud, una angustia pequeña
lo mismo que el calor que empezaba,
nada más
que la especial sonoridad del aire
y una disposición vagamente afectiva.
Eran las noches incurables
y la calentura.
Las altas horas de estudiante solo
y el libro intempestivo
junto al balcón abierto de par en par (la calle
recién regada desaparecía
abajo, entre el follaje iluminado)
sin un alma que llevar a la boca.
Cuántas veces me acuerdo
de vosotras, lejanas
noches del mes de junio, cuántas veces
me saltaron las lágrimas, las lágrimas
por ser más que un hombre, cuánto quise
morir
o soñé con venderme al diablo,
que nunca me escuchó.
Pero también
la vida nos sujeta porque precisamente
no es como la esperábamos.
Jaime Gil de Biedma
6 comentarios:
Sigue siendo uno de mis autores preferidos, es un poeta genial, y este poema que lo tenía olvidado es muy bueno, un saludo
Yo también vuelvo a él de vez en cuando. Estas noches de verano siempre me encantaron. Me gusta comentarlo en una noche de enero;-)
Bienvenido.
Yo también había olvidado este poema. Gracias.
El final es inolvidable.
Gracias a ti por acompañar la lectura y la noche (de enero;-)
Magnífico poema, Olga, qué decirle, por mediación de Sergio Fernández he venido a dar a estas aguas de belleza reflexiva. Gracias y un saludo.
Manuel Marcos
Excelente vía de llegada, Manuel. Bienvenido. Y ojalá siga encontrando por este blog de aguas lentas algo de su interés.
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