Le dispararon aquí mismo, mire.
Mire y escuche mi sangre. En esta arteria,
de abajo arriba, para que la bala llegara al cerebro
y deshiciera, bruscamente, su genio y su infinito amor.
Los Chacales Erpianos se habían dicho:
Que sea cuando este bien dormido.
Los pobres poetas son muy sensibles.
Efraín Huerta
7 comentarios:
¡Y encima con alevosía y diurnidad! ¡Malva2!
Salu2, OLGA.
Encontré hace tiempo este poema en una entrevista. Lo he recordado de repente y, ni corta ni perezosa, lo he colgado.
Hay algo en él que me impresiona.
Ese deshacer bruscamente el genio y el infinito amor de alguien, matar a un poeta.
Gracias por asomarte a este blog escondido, seguiremos compartiendo lecturas sigilosamente;-)
También me ha impresionado, Olga, y no soy poeta! Un beso.
Por cierto, me encanta este espacio de lecturas de Olga Bernad. Aquí me siento como en casa.
Lo tengo bastante abandonado por falta de tiempo, pero no lo quiero dejar del todo. Este poema lo encontré por casualidad, y luego he ido leyendo alguna cosa del autor.
Y créeme, los poemas están para impresionar a quien los lee, lo de ser poeta ahí no tiene ninguna importancia. Me gusta mucho compartir estas cosas.
Gracias, Sara, por entrar en el "juego".
Dureza y rabia en este poema que parece esculpido sin cuidado. No obstante, qué efectivos resultan ese verso central y el último. Una ironía amarga contra el dolor.
Caja de sorpresas, Olga, en lo propio y en lo ajeno.
Gracias.
Fue la dureza y el infinito amor lo que me llamó la atención de este poema. ¿Por qué algunos nos suenan verdaderos y otros no? Misterios (nuestros y suyos).
Gracias a ti por leer conmigo.
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