jueves, 27 de octubre de 2011

Sin noticias de Acuario, de Reyes García-Doncel

Sin noticias de Acuario, Reyes García-Doncel.  Paréntesis Editorial: Colección Umbral, Sevilla, 2011. 330 pp.

Sin noticias de Acuario nos traslada a un momento preciso de nuestra historia reciente: los años previos a la muerte de Franco, cuando una España concluida se aferraba a las ruinas de un presente que muy pronto iba a convertirse en pasado.  No en vano, la novela termina el 19 de noviembre de 1975, cuando la protagonista tiene ya un pie en su propio futuro, tras la crisis de una primera juventud vivida en tan especiales circunstancias.

Entre grandes ideales que emergen y grandes ideales que se desmoronan, consiguen filtrarse también las modas que ya tenían un cierto aire “global”.  Desde más allá de las fronteras patrias llegaban filosofías distintas, una especie de sesgada sonrisa espiritual que se iba adaptando, para su consumo, en occidente. ¿Cómo permanecer indiferentes ante la inminencia de la era de Acuario? No es extraño que, convencidos de que “Occidente tiene muy mal karma”, algunos jóvenes desconcertados se dejasen seducir por el Conocimiento. Esa fascinación tendrá obligatoriamente su retorno, y el retorno no será siempre amable; pero, mientras tanto, la autora nos lleva a las playas en las que aquellos jóvenes recitaron los himnos de Vedas.

La novela nos hace conocer los anhelos de Isabel, estudiante de COU en 1973, a la que tocó resolver un puzzle con el mosaico de creencias de su época.  Un proceso narrado con inteligencia, sentido del humor y un evidente conocimiento de causa que nos deja  como resultado una novela entretenidísima y un eco de mantra, canción protesta, drogas psicodélicas, dulce flauta oriental y estertor de viejos coroneles.

OLGA BERNAD

Publicado en la Revista Artes&Letras, nº 354, 27 de octubre de 2011.
(Suplemento cultural del periódico Heraldo de Aragón)

jueves, 13 de octubre de 2011

El tren de cristal, de José María Pérez Collados

José María Pérez Collados, El tren de cristal, Renacimiento (colección Novela de Campus), 2011, 336 pp.

El Tren de cristal es la primera novela de José María Pérez Collados.  Catedrático de Historia del Derecho en la Universidad de Girona, ha sido investigador y profesor en distintas universidades españolas y extranjeras y ha publicado diversos ensayos de historia política y poesía; también codirige la editorial Nuevos Rumbos. Ahora, con la colección Novela de Campus  –colección que él mismo dirige y que aparece bajo el sello de la editorial Renacimiento y bajo el auspicio de la Red de Universidades para la lectura- da a conocer su faceta como novelista.

Nos encontramos ante una novela de viaje, un viaje que hacemos en compañía del autor desde la realidad hacia la vida interior, y de un intento de regreso que no sabemos si será posible.  Ésa es su trama.  Frente al lema “juro que volveré” con el que se inicia, leemos el primer capítulo y nos deja un gratísimo rumor al mejor Cortázar, el que permite que algo en principio increíble tome por completo la realidad y la domine.  Quedamos atrapados con el protagonista en esa especie de limbo que es la vida en hoteles mientras él se enzarza en miles de litigios con las compañías aéreas, pues ninguno de los vuelos que contrata logra llevarle a Madrid, nueva Itaca de este curioso Ulises.

A partir de ese punto, su viaje – y el nuestro- tiene una doble vertiente.  Es la crónica de todo ese sinsentido en un mundo donde aún no existe Internet y no hay teléfonos móviles, el cuaderno de bitácora de un náufrago, pero también la introspectiva de esas vivencias y el examen del pasado.  Desde la infancia de los desterrados (algo que marca su presente) a la vida universitaria de la época – aquellos principios de los ochenta que ya casi tienen la cualidad del mito- la novela es la experiencia mística de una extraña peregrinación.

Hay un diálogo que nos da la clave: el protagonista habla con su hermana de las razones de su viaje, de los peregrinos y los vagabundos como seres iluminados, de aquellos momentos que nos marcan,  de alguna vivencia maravillosa que nos mueve y nos convierte en transeúntes porque nada vale nada sin lo que tuvimos en aquel momento, y eso nos "desapega" de la vida real.  El vagabundo como ángel caído de algún paraíso perdido, o ni siquiera vivido, porque "la realidad no puede competir con los recuerdos de lo que no fue".   El viaje como intento de construcción de un personaje que sólo quiere volverse hermoso ante otros ojos antes de regresar, de tal manera que toda la vida se convierte en algo que ofrecer a esos ojos sólo para ver al final en ese espejo que ellos también nos aman.

Ese personaje puede no ser verdad, pero tampoco es mentira: está en el deseo y en el corazón.  El protagonista parece entender que morimos si no llegamos a ser quien verdaderamente somos.  Por eso se mantiene en el aire, viajando de ciudad en ciudad, planeando un regreso para el que nunca se encuentra preparado.  Si se pierde porque nada le parece suficiente o encuentra el camino de vuelta es algo que el lector tendrá que averiguar al hacer con el autor este peregrinaje en busca de un “sí” eterno y verdadero, de tal manera que nada – ni la vida, ni la realidad- pueda confundir esa certeza.  

OLGA BERNAD
(Publicado en Heraldo de Aragón, revista Artes & Letras, nº 352 , 13/10/11)  


viernes, 7 de octubre de 2011

Dimensión de la frontera, de Álex Chico

Javier Sánchez Menéndez me entrega el lunes un ejemplar de Dimensión de la frontera, de Álex Chico, el último título de la Colección de poesía de Siltolá.  Parece que en este libro siempre voy por delante: lo leí antes de que se publicase; lo tuve en las manos, una vez publicado, antes que el propio autor.  Al placer de abrir un gran libro se une en este caso la emoción de la amistad, la de haber recorrido también un pequeño trecho del camino que lleva estos versos desde la intención hasta la palabra, de la palabra al papel y, de ahí, al objeto concreto que guardará para siempre todas esas cosas, con su callada y elocuente presencia real: este hermoso libro de edición- como acostumbra Siltolá- perfecta.  

Me resulta muy difícil compartir con palabras (pues estas siempre buscan alguna exactitud) la sonrisa que me produce pasar los ojos por la nota que el autor deja al final del libro.  Reconozco   complicidades, intrahistoria de un libro y de una persona. Es otra forma de leer.  Me emociona el poema que me dedica, este guiño a mi Nostalgia

NOS QUEDA

Puedo situar la palabra
en un lugar que no sea el mío.
Un lugar inexistente, ajeno,
que mire hacia sí mismo
en la distancia
y se repita en lo sucesivo.
Una palabra, un lugar, que siempre
sea de regreso.

Puedo situar el tiempo 
en un muro,
y encontrar una imagen 
que me defina.
Más allá de la sombra que proyecte.

Puedo sentir nostalgia
de lo que todavía no ha sucedido.
Toda la penumbra de un lugar 
que ya no está a oscuras.

Buscándome en una orilla cada vez más lejana.


Gracias, Álex, y la mejor de las suertes para esta enorme Dimensión de la frontera.  Lo merece.

Álex Chico (Plasencia, 1980) es Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Salamanca, prepara una tesis sobre la obra de José Antonio Gabriel y Galán para la Universidad de Barcelona.  Es profesor de Lengua y Literatura.  Ha publicado el poemario La tristeza del eco (2008) y las plaquettes Escritura (2010), Nuevo alzado de la ruina (2005) y Las esquinas del mar (2004).  Ha ejercido la crítica literaria en diversos medios  y publicado sus poemas en diferentes revistas y antologías.  Es codirector de la publicación digital Revista de Humanidades Kafka.